Y ahí, entre
escombros de melancolía ,
entre la fe debastada porque fueras una persona
menos agresiva,
con mi poesía marchita;
ya nada me quedaba,
me había olvidado de mí misma,
me había perdido en
la decisión
de hacerte y verte feliz,
dedicándote una canción cada día,
acabando mis argumentos de porque te quería,
de los que siempre dudaste
y nada te satisfacía,
me perdí,
no sabía ya quien era,
todo era usado en mi contra,
fuese bueno, fuese malo,
todo todo era de tu desagrado;
solo… cerraba los ojos y quería estallar
por dentro como kamikaze;
no fue necesario
el día menos pensado
me detonaste en pedacitos
sin piedad.