martes, 29 de marzo de 2016

Escéptica


Llegue hasta preguntarme
si Dios existe.

Le di tantas vueltas al asunto
y lo mejor era que te fueras,
que doliera ahorita 
y no en un par de años,
cuando mi sonrisa hubiese desaparecido,
mi paciencia se hubiese acabado,
mi tristeza me hubiese ahogado,
cuando mi respeto 
me hubiese traicionado más de la cuenta.


Vivía para ti,
me encantaba verte feliz,
sonreír, 
me olvidé de mi,
que cuando preguntaste,
¿eres feliz?
conteste que sí,
era porqué adoraba verte brillar,
te amaba en toda la extensión de la palabra.