Yo te trataba de calmar,
tú gritabas más,
yo me quedaba callada,
tú ofendías con más de 10 palabras,
yo me iba para no discutir más,
tú me detenías,
y me agredías.
Fui dependiente emocional,
al igual que tú,
te amé de más;
para mi los lapsos cortos y buenos
eran maravillosos,
que me permitían
olvidarme de todo lo demás.
Sí; me hacías llorar…
cada noche pedía,
para que fueran más buenos momentos,
que tu cólera desbordada,
que tus gritos injustificados,
que tu catálogo de groserías y ofensas,
que tu desprecio hacia mi persona;
pero tu forma de pensar de es normal,
nunca cambiará.